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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Ineficacia Contenidista

En torno a algunas desafortunadas tendencias
en la poesía chilena escrita en la actualidad.
Los mismos majaderos que se esfuerzan en encontrar nuevas fórmulas para sus explosivos, nuevos mapas de un territorio que, a su juicio, merece ser dinamitado, nos sorprenden de tanto en tanto con largos artefactos contenidistas, obstinados esfuerzos por una tabula rasa, maquinaria de pavimentación. No nos hemos librado por desgracia de la negativa influencia de cierto mote de larga data en la poesía chilena, la tarea tan insólita como impracticable de “Entender Chile”. El megarelato campea alentado por los exitosos códigos del pasado repetidos por tedio, desesperanza o simple sonambulismo político. El resultado: libros de poesía que no se dejan leer, altaneros, autocomplacientes, enclaustrados y mudos. No es contenido lo que hay allí sino contenidismo hipertrofiado, recargado con yunques emotivos, ojivas sicológicas intolerables, postsurrealismo reciclado, agujeros negros ávidos de energía, terca predilección al caos, hipnótica promesa de vanguardia. Una triste descoyuntura que estamos obligados soportar, porque es el signo de los tiempos. Hay demasiada confianza en la poesía y lo que es peor nada de sospecha. Cierta ética torcida de una clase de poeta demasiado obnubilado con sus limitadas capacidades, que toma en sus manos el futuro, el dolor y el lenguaje con una desfachatez que irrita, sin la más mínima intención de poner en común nada con nadie. Son malos tiempos para la poesía. Y me temo que no veremos por un buen rato algo de su bella y silenciosa fuerza transformadora. No por lo menos con esta bullanga.
Marcelo Guajardo.

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